PARTIDOS POLÍTICOS EN ECUADOR
Existe una enorme insatisfacción y malestar creciente en el pueblo ecuatoriano, respecto de una serie de mecanismo institucionales vigentes que completan el andamiaje legal de nuestro país y obviamente que caen en lo tortuoso e injusto de nuestra vida pública; Hablo específicamente del Régimen Partidista, Seccional, Judicial, Electoral, etc.
Aumenta el reclamo ciudadano que se eliminen los partidos políticos y es totalmente comprensible, porque éstos se sienten presos y al que le atribuimos completamente la mayoría de los males actuales y que apuntamos abolir esta modalidad de participación política, argumentando que existen ciudadanos de “primera” y ciudadanos de “segunda” en este país, es decir, ciudadanos que pueden ser elegidos y ciudadanos que no pueden ser elegidos y esto no estaría mal si aquellos ecuatorianos fueran realmente de “primera”, pero esto desgraciadamente no es así. La condición de ciudadanos de primera la adquieren simplemente adhiriéndose a cualquier partido político, pero más concretamente, consiguiendo trepar a las cúpulas de los partidos, entonces el minúsculo grupo que consigue esto específicamente no es el grupo más capaz, honesto o patriótico del Ecuador; Adquiere sin embargo artificiosamente una falsa calidad. ¿Porqué aquella sobreestimación de sus derechos políticos sobre el conjunto de habitantes de este país?
Los partidos políticos deben dejar de ser aquel club privado del que tanto se quejan nuestros independientes para así convertirse en un real organismo de Derecho Público reglamentado y previsto en la Carta Magna que, resumido en la práctica esto no se cumple ni se hace cumplir. En el Ecuador, América Latina y países subdesarrollados los partidos políticos y el gabinete presidencial son organismos privadísimos, ínfimamente controlados y ligados al Estado, éstos son informales, espontáneos y deportivos que marchan obedientes al influjo de sus caudillos, dueños o del señor presidente que, a su vez, es un dueño o con-dueño de estos mismos partidos. Existen ciudadanos que luchamos incansablemente contra los “partidos familiares”, la democracia interna de los partidos debe fortalecerse y transparentarse, con esto, es muy difícil mentir frente a las multitudes, sino que los políticos deberán ganarse el puesto primero en el partido y hacerlo centímetro a centímetro para poder figurar y no como lo hacen ahora, a simple dedillo caudillista.
Actualmente los verdaderos dirigentes de los partidos que han fortalecido, formado, tejido y organizado han sido vejados, maltratados y usados por los caudillos apestosos de avaricia y egolatría; Actualmente no hay disciplina en los partidos políticos o existe la disciplina del embudo, ancho para los sabidos y angosta para los cojudos, y esta disciplina simplemente es para los que se mojan el poncho y no para los caudillos traidores o llegamos a la conclusión que lo que existe entre nosotros es sencillamente son clubes políticos y económicos con accionistas intocables y sin disciplina, aportantes que rodean a estos dueños, asalariados que guardan las espaldas de estos capillos de la política y seguidores de base que para quienes si existe disciplina. Es hora de debatir, reformar y purificar el uso y enfoque de los partidos políticos.
Jaime Andrés Véliz Ortiz
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